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Textos Créditos Prólogo Introducción |
Pág. 8 a 37 Pág. 38 a 59 Pág. 60 a 79 |
Pág. 80 a 105 Pág. 106 a 123 |
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Español |
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«La ilustración es un lenguaje.» «El diseño gráfico es un lenguaje.» Afirmaciones que se repiten como mantras, buscando justificaciones teóricas para estas disciplinas. Desgraciadamente, muchas veces la ilustración se usa sobre todo para connotar una visión global del material: «moderno», «cool», «vintage», «artístico», «experimental», etc. Un lenguaje es un sistema de comunicación. No sólo connota, sino que también denota e informa. Esta capacidad del lenguaje se construye en buena parte gracias al hecho de estar articulado: unos pocos elementos que se combinan entre sí creando un número potencialmente infinito de mensajes y significados.
Xavier Alamany ha entendido esto muy bien. Con sólo ojear sus ilustraciones para la revista Nativa veremos que para él la ilustración es realmente un lenguaje. Amparado en unidades semánticas básicas de fácil comprensión en este mundo globalizado como iconos, glifos y pictogramas, los organiza de formas originales, creativas, cargadas de significado. Huyendo de impresionar al lector a través de lujo de la cuatricromía o de ilustraciones preciosistas, Alamany construye historias a una tinta, confiando más en perfilar bien las ideas que en acabados perfectos, facilitando así el proceso comunicativo. Nuestro ilustrador más que dibujar construye poemas visuales. Resulta instructivo traducir muchas de sus técnicas comunicativas en equivalentes de la retórica literaria. Tenemos la revalorización de iconos trillados como el de la papelera o el iPod en nuevos contextos para generar extrañamiento. La sinécdoque de convertir una noche de insomnio en una cama muy larga, unos intestinos que metafóricamente se transforman en una cinta de casete para significar la indigestión musical, o un elegante oxímoron planteado con iconos y las palabras «bad» y «good» [«bien» y «mal»] escritas como si fueran un ejercicio de caligrafía para visualizar las contradicciones de la política del Ayuntamiento de Barcelona con relación a las regulaciones del sonido. Este poeta de los iconos sabe jugar también con referentes históricos y grandes momentos del arte y el diseño gráfico. En sus manos, Roy Lichtenstein, Milton Glaser, Gerd Arntz o Peter Saville no son excusas para un «homenaje» –esa forma elegante de camuflar que estamos copiando a alguien– sino signos con los que trabaja para construir sus enunciados visuales, barridos de su contexto original y convertidos en fonemas gráficos que sirven para transformar significados. Si Peter Saville se apoderó del icono de «Use hearing protection» [Protección obligatoria del oído] para simbolizar la entonces naciente escena musical de Manchester, Xavier Alamany usa el equivalente nacional de este icono como una nueva expresión de su original diccionario visual, en el que rodeado por otros símbolos y arropado por los textos de Nativa acaba significando cientos de cosas diferentes; lo que debería pasar en un verdadero lenguaje visual. La ironía también es un recurso importante en estas ilustraciones. Siempre amable y sutil, pero no por ello menos comunicativa. A veces nos puede costar unos segundos procesar el juego visual de la ilustración, un poco como si nos encontráramos ante un jeroglífico, pero una vez descifrado, estaremos en favor o en contra, pero nunca nos dejará indiferentes. Desde esta posición irónica, Alamany sonríe y nos hace sonreír frente a la prepotencia cultural de las instituciones privadas o públicas, la modernidad vacía de algunos diseñadores, la profusión de subestilos en la crítica musical o el absurdo star-system que algunos nos quieren vender. Con elegancia y sin exabruptos, lanza una mirada crítica al mundo de la música. Sólo por eso ya es un placer examinar este libro. Y como está escrito con caracteres icónicos que no sólo connotan, sino que además denotan, seguirán funcionando igual de bien dentro de muchos años, pues no se apoya en ningún estilo concreto ni mucho menos en transmitir un aire cool, sino en el buen hacer del comunicador visual. David Casacuberta |